Las cosas que me gustan...

  • Me agradaría saber que pertenezco a una especie que fuera capaz de respetar la vida en todas sus expresiones y convertir al Planeta en un gran hogar para todos...

miércoles, 15 de marzo de 2017

"Y marcó las tres..."

La ventana podía ser tan estrecha
como amplia.
No dependía de sus extensiones longitudinales,
tampoco de las formas geométricas.

Ella miró, como acariciando con la mirada.
Los verdes bajo la lluvia eran más intensos.
El ocre presentido no era visible aún.

Le gustaba escaparse por aquellos ventanales,
los que abría su imaginación sin límites.

Un ruido de turbinas le devolvió el pájaro pequeño,
muerto en vuelo, y pudo sentir su temblor último,
en el hueco anidado de la mano.

Con paraguas destartalado y guardapolvo blanco
caminó presurosa rumbo a la escuela...
colchones amarillos cedían a su paso, y gorriones
redondos piaban amaneceres con escarchas azules.

Reunidos junto al fuego, crepitantes las brasas,
circulaban palabras en relatos.
Por entonces todo era posible...y todos estaban allí...
Y era musical el repiqueteo de la lluvia en la galería
de chapa, tanto como los trinos lejanos de las aves, 
tanto como la danza de las hojas de las palmeras en el viento.

Botas cargadas de barro en la entrada,
a buen resguardo.
Y en el comedor vacío resuenan las horas
del reloj campana...un cuarto...media..la hora que
pasa, la hora que llega.

En la habitación contigua se mece un viejo sillón
de mimbre, detrás la antigua cama, postigos verdes,
la Virgen de vidrio, el baúl añejo que guarda aún 
los sueños junto a los ajuares.

Un salto en el tiempo.
Voces que se marchan.
Pasos que se alejan.

El viejo molino. Aguas cantarinas.
Pasador que suena, los hijos, los nietos.

Las plantas en tarros. El cedrón. Los naranjos.
Niditos de picaflor. Jazmines blancos y perfumados
en los patios...

En algún sitio arrumbado del destino
el antiguo reloj marca sin parsimonia las tres
de la tarde.
En un hogar de mesas largas y memorias confusas
alguien levanta a alguien, 
alguien que olvida poco a poco
quiénes fueron los habitantes de su vida.

Y entonces regresa la noche aquella,
cuando el cielo poblado de tantas estrellas
le mintió a descaro que era eterno.***


...dejó sus huellas, para que no lo olviden...