Las cosas que me gustan...

  • Me agradaría saber que pertenezco a una especie que fuera capaz de respetar la vida en todas sus expresiones y convertir al Planeta en un gran hogar para todos...

sábado, 25 de junio de 2016

"La hora."


Como es de sola la muerte
por dios, como es de sola...
Aunque sabía que estaba
hice lo imposible por ignorarla, 
le di vuelta el rostro,
tapé mis oídos,
no quería verla.

Pero... qué más da...
es que acaso a ella
le importaría que yo no la escuchara?
¡qué ironía dios, que ironía!
Asiendo con fuerza
últimos alientos,
soplidos de muerte,
silencio y ausencia.

Es curioso, se acerca despacio, 
sigilosa, segura de sí,
no interpela, no dice nada,
y en el preciso instante
te toca, certera,
extiende su mano, de dedos tan finos,
te envuelve en su manto,
sabe de tu frío,
te cubre, piadosa,
y te vas, por siempre,
dejando sólo rictus
y máscaras,
voces que se callan,
sonrisas heladas,
disfraz del sí mismo,
alma desolada,
ángeles eternos,
recuerdos difusos, 
calidez exhausta.

Es ese momento
tan propio, tan único,
el que jamás podrá
repetirse,
se detendrá en el tiempo,
en esa hora exacta,
en la marca precisa,
la postura inesperada.

Y no habrá compostura,
se tildará su trazo,
la lluvia, penitente,
llorará tus lágrimas,
enjuagará las mías,
mezclará tardes y mañanas.

Y volverás, eterno,
con tu expresión tristona
de domingos por la tarde,
con tus mejores rasgos,
tus alegres instantes,
tu demanda tozuda,
tu simpleza en los ojos,
tu mirada lejana.

Y así te llevaré,
hasta mi hora exacta,
el instante preciso,
la hora señalada...***

                                                                                   mao

miércoles, 1 de junio de 2016

Difusa trama...


De blanca palidez
se vistió su cara.
En tanto, los jazmines
habitaban sus manos...
tan frías, tan lejanas.

Fresco aire de azahares
se esparció en la brisa,
receloso de altares,
habitante de estíos,
sultán de amaneceres,
nido de colibríes.

Casas de mariposas.
Mariposas cazadas.
Hadas de medianoche.
Violetas de invierno.
Guantes de cabritilla.
Collar de perlas.
Persianas verdes, alargadas.

Trino del cardenal
cortando la noche,
anunciando el alba.
Pasos y voces.
Silencios largos.
Aullido de perros,
lastimeros, tristes.
Todo en derredor
detenido en la escarcha.
Era una madrugada,
una...entre tantas.

Humeante, el café
la despertó sin prisas.
¿Prisa para qué?
¿Por qué? ¿Cuándo?
Suelen ser metálicas
las preguntas sin respuesta.

Arriba y afuera,
la noche vestía 
su mantón de estrellas.
Estrellas titilantes,
doradas, fugaces,
estrellas como notas
de una canción olvidada;
inalcanzables,
almacenando sueños,
acompañantes mágicas
sin pócimas, sin conjuros.

Allá, muy por detrás
de las palmeras esbeltas,
se arremolinan vientos
pasados y remotos.
Navegan en sus alas
peticiones extrañas,
deseos inconfesables,
palabras desenhebradas.

Embudos de recuerdos
anudan risas,
destilan lágrimas.

Ella escucha sus pasos,
ella...y sólo ella.

Ella canta canciones,
enreda notas,
 pisa descalza.

 Ovilla sus penas,
aletarga horas,
deshoja miradas.***
                                                                 mao.



...hubo un tiempo...