Sobre la mesa pequeña, que hace las veces de escritorio, he colocado
la regadera azul, y un ramo de violetas.
Reminiscencias de aquellos gestos amorosos que entibiaron mis días
de infancia.
Y siento que, a pesar de todas las ausencias, me envuelven los abrazos
que no olvido, retazos de ternura que aparecen, en cualquier momento,
en cualquier lugar...
Mis preferidas, las violetas fragantes y tímidas, escondidas entre las hojas
acorazonadas, en los bordes de los canteros, humildes y bellas...únicas.