Las cosas que me gustan...

  • Me agradaría saber que pertenezco a una especie que fuera capaz de respetar la vida en todas sus expresiones y convertir al Planeta en un gran hogar para todos...

sábado, 20 de junio de 2020

Compromiso.

Sentada frente al ventanal, sobre la mesa un plato, un par de cubiertos, una taza de té...dejó correr los pensamientos con desgano, sin oponer resistencia alguna.
Por pura inercia giró la cabeza, miró la pequeña azucarera de aluminio y la yerbera de madera antigua, también el pocillo de vidrio labrado (que otrora sirviera como probador de aquel dulce de leche)...sintió que las lágrimas pugnaban por salir de sus ojos, insistentes, dolorosas..y como en una función de teatro de entonces desfilaron personajes recordados y olvidados, conocidos e imaginarios.
Cerró los párpados, cual un pesado telón de escenario.
Su acongojado corazón se estrujó, una vez más.
¿Qué podría hacer de ahora en más? ¿Podría...?

Corrió todas las cortinas.
Cerró todas las puertas.

No creer. No esperar. No confiar.
Estar. Sólo estar...dejarse ir, no forzar nada, no luchar.

                         .......

Todo un cúmulo de fantasmas desfilaron por su mente.
En su naturaleza no estuvo, ni lo estaría jamás, darse por vencida.
Y aunque en ello se le fuera la vida, volvería a sonreír,
se juró, y a apreciar la luz y los colores, a rescatar bichos torito
dados vuelta, a ayudar hormigas que luchaban con hojas gigantescas.
Y ellas comerían de sus rosas, 
y los rosales resistirían -al igual que ella-
y redonda la luna iluminaría los campos,
y los bichitos de luz jugarían en las noches de verano.

Y aún cuando sus pies estuvieran muy cansados,
y los años vividos fueran muchos,
bailaría, ligera, grácil como el mimbre o los juncos,
escuchando las ranas anunciando la lluvia,
bebiendo del rocío,
cosechando violetas y calabazas,
sin esperar carrozas,
ataviada de luces para la partida,
dejando atrás dolores y lágrimas.

Siendo ella misma, por siempre...****



Y toda la luz que siempre celebró iluminó su oscuro trayecto...



miércoles, 10 de junio de 2020

Amigo mío...

Tanto, tanto te he amado que 
no creo poder dejar de hacerlo.
Esos, tus brazos extendidos hacia mi,
tu porte, tu prestancia,
tus fuertes raíces y tu copa ancha,
generosa, portadora de flores y de hojas,
refugio de las aves, sustento.
Serenamente dejabas que transcurran
tus días, orgulloso de tus atardeceres mágicos,
rojos, cálidos, a veces sólo de tenues colores pastel,
apagándose despacio ante una multitud de estrellas.

Ayer he sabido de tu muerte,
no he podido soportar el dolor...
salí por la callecita, tantas veces recorrida
para verte, y vi dos monstruos de acero a tus costados,
y hablaban seres sin alma a tu alrededor,
y el atardecer aún sangraba en el horizonte.

Eras lo permanente, más de un centenar de años cobijando
pájaros y sueños, testigo maravilloso de tantas historias.
Dos muñones tronchados elevabas hacia el cielo,
te pedí perdón por no poder haber hecho más para salvarte,
ni se si pude recordar las notas y la burocracia,
me corrían las lágrimas y por bajo maldecí a los dueños
de ese predio...los compradores, los que no entienden nada.

Que el único dueño de ese predio eras vos,
amigo mío, vientos de mi alma, 
y después de mirarte, por última vez,
giré sobre mis pasos,
para no lanzarme al cuello del que manejó la topadora,
la que rompió sin piedad tus raíces, tan bellas,
y la horrorosa motosierra que taló tus ramas,
arrojó los nidos sin piedad al suelo,
esa tierra hermosa que te cobijaba,
donde por años pastaban las vaquitas de Cata,
florecían los cardos, revoloteaban los abejorros,
y hacían sus cuevas las lechuzas de las vizcacheras...

Hoy no quise ver...
No pude...
Por la mañana vi que algunos vecinos miraban hacia allá,
y sellé mis oídos para no escuchar.
¿Cómo puede alguien haber matado a alguien como vos?
He llorado tantas lágrimas que mis ojos se ven enrojecidos
e hinchados, pero qué importa...vos sufriste, y eso me duele.

No te olvido. No lo haré jamás.
Guardo tus canciones de brisas de verano,
tu sabia presencia,el paso de la cola de tifón,
tu paciencia con los niños trepando tus raíces,
y esa nobleza tan tuya.

Ombú de mis amores,
compañero de mi alma.
Que sepas que por siempre te llevaré conmigo,
y tal vez algún día, cuando también me marche,
encontraré tu silueta en cualquier galaxia,
y yo mutaré en hada, seré pequeñita y alada,
y nos contaremos historias,
por toda la eternidad./****************
Eras todo luz, brisa, poesía...

..y lo serás por siempre en mi memoria...