Detrás de las persianas una triste mujer quizá recuerda otras primaveras, otras flores...y el liquiámbar cubierto de un verde brillante, como el sol por las mañanas.
La ciudad, agitada y tempranera, amaneció engalanada. El tránsito, como siempre, loco, loco, todos enloquecidos por llegar a algún lugar, un refugio, y volver a empezar.
Desde la platea del colectivo urbano pude ver los lapachos, desnudos de hojas, vestidos con flores, enormes ramilletes derrochando abejas y estambres amarillos. Y la brisa, ella, entre las ramas.
El abuelo con su pierna cortada no estaba hoy afuera, quizá en el jardin, soñando con correr por un campo repleto de verdor, con su pierna otra vez.
Más allá, cruzando la avenida, de la mano de su madre -fuertemente asida- una niña miró el colectivo con ojos de asombro, demasiado grande! demasiado tosco!! ante tan pequeño capullo en rosa.
Automóviles, motos, unos hacia allá, otros hacia acá, el resto no se dónde.
Las tipas deshojando despacio, con aires otoñales en plena primavera, para vestirse luego de amarillo furioso, amarillo ámbar, amarillo soleado, samaritas verdinegras. Y los viejos, y los jóvenes, y todos recuerdan hoy algo, aún los que están construyendo sus recuerdos. Un día especial. Enormes canastos con ramos florales, fresias, rosas, caléndulas, rojo, rosa, naranja....y en la plaza bajo con la música de altoparlantes. Algo se festeja, todos caminan, festivamente, aunque no se den cuenta...los jardines maternales con pequeñuelos disfrazados, las seños alertas, mamás con cámaras, flores, flores...y en la catedral un desharrapado deshoja su tristeza sempiterna, su no primavera, su crudo invierno. Que dios te bendiga, bendiciones, no hay limosnas, una mochila roja y sucia parece entorpecer la mirada rápida de muchos, la no mirada de otros, la congoja de algunos.
El árbol del pan derrama pequeños bouquets liláceos, sus ramas retorcidas no se saben feas, sólo vibra ante el advenimiento, se derrama sin estrecheces.
Por primera vez veo un cartel del BICA, tiene una enorme pincelada verde en avance, un trazo de césped, el potrero de un niño.
En las oficinas no hay flores, sin embargo algunos se saludan, sonrientes, amistosos....qué tiene, me pregunto, qué tiene esta estación? Una señora lleva altivamente un ramillete recién comprado, rémora del regalo galante que no recibirá, nostalgioso primor de colores, remembranzas de un tiempo que fue.
Jóvenes por aquí, niños por allá, viejos en los bancos de la plaza. Los jardineritos desfilan en medio de una tropelía de coloridos disfraces. El reloj del municipio da las diez, las diez de una mañana intensamente fragante.En plena peatonal dos músicos cantan una canción dulce. Un chico de piel ébano ofrece sus mercancías frente al correo. Una señora saca las llaves de su bolso. Un hombre espera, impaciente, que cambie el semáforo. Una bolsa de plástico hace las veces de triste flor en la fronda de un árbol urbano.
Las vidrieras resplandecen en objetos atrayentes, por aquí anduvieron los gnomos y las hadas, pinceles, pinceles, se estiran los coloridos objetos, "ven, llévame", sonrío y paso.
En la panadería adusta de la última cuadra unos stikers florales me sorprenden, y en "Todo es moda" los bolsos y pañoletas se han robado todos los motivos floridos y estridentes.
Hasta calle Alem, siempre con aires de chimenea, plantó cuatro floristas al cruzar la peatonal, les pintó sonrisas a los que esperaban el transporte público, hizo simpáticos a algunos conductores y le tendió una refulgente vereda a una anciana que pasaba, quedamente ensimismada...
Amigas riendo, niños correteando, arrullo de palomas entre las columnas, perros callejeros, vendedor de garrapiñada, payasos
de ocasión, sombreros raros.
Puse mi tarjeta, de color azul mar, nunca la había visto asi, vestida de fiesta. Desandando cuadras, viveros por doquier, lapachos a estribor y a babor, un ciprés muy serio se dejó tentar por una enredadera amarilla que le dibujó una enorme capelina. Dos muchachones arreglando los maceteros en el comando, los quioscos de revistas refulgiendo noticias ciertas e inventadas. Cuadras, más y más...de repente el barrio, el club, mi campito, mi ombú, mi lapacho rosa, la palomita de la virgen que sobrevivió a la tormenta del martes, mis perros, mi casa...he vuelto.
Me reciben las plantas, llenas de perfume, de color, restallando vida por todos los estomas.
Y enciendo la radio. Y bailo una milonga. Giro, giro y giro y me río,
cascabelea mi risa en medio de los acordes tangueros y el ladrido asombrado de mis perros.***
TEXTO: M.A.O
FOTOS: M.A.O
estoica sobreviviente |
"coroleando"lilas... |
derrame de aroma sutil... |
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