Las cosas que me gustan...
- Me agradaría saber que pertenezco a una especie que fuera capaz de respetar la vida en todas sus expresiones y convertir al Planeta en un gran hogar para todos...
sábado, 1 de septiembre de 2012
VOYAGE.
Jirones de luz y sombras.
A lo largo de la ruta
se desplazan fantasmagóricas
siluetas.
Las miro, las miro, jamás
me cansaría de mirarlas.
Conozco de memoria los montes,
las palmeras caranday.
el lento desfile de las alambradas.
Tranqueras rústicas,
galpones largos,
arboledas densas
anidando a una casa pequeña.
Lagunas, pastizales,
el río Gualeguay y el añoso puente,
el remedo de palmar en medio de los campos,
mojones estoicos de yatay elegantes,
pinceladas de ranchos, huertas familiares;
la ciudad deslucida y chata, la plaza, la iglesia...
Hace tantos años que ando y desando
el camino, la promesa siempre
presente del regreso,
el latido del tiempo,
recuerdos,
adolescencia aventurera y adultez
desbordando ensueños,
garzas blancas en bandadas al ras
de las aguadas,
teros bordeando la moderna cinta
remozada cada tanto,
horneros con sus casas, marrones,
andar rápido, conciencia de pájaro,
solitarias cigüeñas, halconcitos
bastoneros, lechuzas, benteveos,
larguísimas barreras
de eucaliptus verdinegros,
ceibos de troncos
retorcidos, horquetas;
las vías del ferrocarril,
silos gigantescos, vigías
de lata, depósito de esperanzas;
medio centenar de kilómetros,
cinco decenas tan sólo,
cada indicador bordeando
el camino te acerca ...o te aleja,
una dirección, dos sentidos.
En aquella curva
el monte de ligustros,
Villa Clara, Ingeniero Sajaroff
testimonios de gauchos judíos,
otro siglo, otra gente,
reminiscencias...
el itinerario que sigue, que va, que viene,
que sólo está;
la pequeña capilla de San Andrés,
niñez de madre,
desmayos entre ostias y jacintos,
comunión de los niños,
sagrado espacio rural,
remembranzas...
San Miguel, la estancia de los Castro,
la familia Cabrera, las vacaciones
de mi hermano;
el Gualeguaychú, torrente marrón,
ímpetus por llegar al río de La Plata,
hacerse mar, volver en olas,
puente blanco.
A la derecha, casi llegando ya,
el boliche de Cooke, lo que de él
rememoro, la pista de baile (inexistente hoy),
adolescencia, primeros bailes,
quince años a estrenar.
Y la alambrada parece
un hilo conductor.
La Virgen en la gruta,
la bicisenda, la cooperativa arrocera...
Poco a poco se ve la ciudad,
los nuevos emprendimientos,
termas, bungalows, turismo
a pleno; aún quedan vestigios
de aquél, el que fuera mi pueblo,
aunque me da la sensación
de que sólo yo los reconozco,
todo ha cambiado tanto...!
He de beber cada imagen
en cada uno de los viajes,
veré acercarse el horizonte,
sin alcanzarlo nunca,
habrá lluvias, amaneceres,
media tarde somnolienta,
anocheceres tibios,
noches frías,
habrá un montecito pequeño,
de espigados árboles ajenos
a mi presencia efímera,
al paso de los transportes...
a la vera de una lomada,
con el sol entre el follaje,
junto a los pájaros...
esa arboleda pequeña
un día me verá pasar,
mas no la veré ya,
irá inscripta en la memoria
eterna,
el eterno ciclo de la vida,
la mortaja en duelo de la muerte;
no veré la torre de la iglesia
asomando, blanca, clara,
nada veré,
pero todo irá conmigo,
a la morada última,
frazada de humus,
flores frescas,
irá conmigo,
se llevará el sol entre las ramas
y el trino póstumo
de mis calandrias.***
Texto: M.A.O
Foto: M.A.O
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario