Creo haberte presentido.
No estoy segura.
Pero ahí estabas, agazapada.
Ni violenta.
Ni suspicaz.
Ni convincente.
Ni amiga, ni enemiga.
Estabas de sólo estar,
sabiéndote dominadora
de tiempo y espacio humanos.
Un poco cansada quizá,
o me pareció a mí.
Ejercer tu viejo oficio,
eternamente repetido,
sin duda te dotaba de
un particular hálito.
Cegadora sin mieses.
Extranjera de presente.
Habitante del infortunio.
En tanto esperabas
el momento justo,
del preciso instante,
en el cuál todos los segundos
desaparecerían.
Inmóvil. Paciente.
Comenzaste a andar
en el tiempo sin tiempo,
precisamente cuando
se detuvo para siempre
su corazón.***
Mar Menor. Bicicleta. JOANA RUIZ. Andorra. |