Amaneció.
El último amanecer del pequeño pájaro.
Miró hacia arriba, directo al cielo.
Captó quizá la magnificencia que le era negada.
Avanzaron las horas, lentas.
Dos, tres, cuatro...
Oyó el mensaje triste del trinar de sus padres.
Acurrucado, en el piso de la jaula,
aquel nido no era su nido,
no tenía la calidez del suyo.
Sus ojitos perdieron brillo.
Así y todo atesoró el verde de la fronda fresca.
Escuchó las últimas notas del cantar de su madre...
Y quedó así, con sus plumitas naranja
de cara al viento...
Los ojos abiertos, procurando llevar
en su alma alada toda la vida que se le negaba.***
El último amanecer del pequeño pájaro.
Miró hacia arriba, directo al cielo.
Captó quizá la magnificencia que le era negada.
Avanzaron las horas, lentas.
Dos, tres, cuatro...
Oyó el mensaje triste del trinar de sus padres.
Acurrucado, en el piso de la jaula,
aquel nido no era su nido,
no tenía la calidez del suyo.
Sus ojitos perdieron brillo.
Así y todo atesoró el verde de la fronda fresca.
Escuchó las últimas notas del cantar de su madre...
Y quedó así, con sus plumitas naranja
de cara al viento...
Los ojos abiertos, procurando llevar
en su alma alada toda la vida que se le negaba.***
Y era tan inmensa la promesa de inmensidad... Fotografía y texto: mao |
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