Las cosas que me gustan...

  • Me agradaría saber que pertenezco a una especie que fuera capaz de respetar la vida en todas sus expresiones y convertir al Planeta en un gran hogar para todos...

viernes, 1 de junio de 2012

Signos.

   Un cielo fijo y otro móvil.
El punto inexistente que miro hasta el cansancio.
La mancha de humedad que se expande, se deshace,
la barajo como un maso y aparecen rostros, ojos ciclópeos,
escorpiones, castillos enanos, piedras ágata, un rostro
irritado con dos haces de luz, una botella blanca con una Y,
la cara de un felino, decenas de langostas, el círculo perfecto
de la luna, un perro galgo con las orejas inclinadas hacia adelante,
un moño negro de terciopelo, un desharrapado con levita,
una isla pequeña en medio de la nada, un minero con casco oblongo, nubes tormentosas, grises, mustias, un dragón sin alas, una extraña escultura,  un bisonte solitario, 
un pequeño caracol desorientado...

Se escurrió la tarde detrás de las frondas.
De claro, claro-oscuro, oscuro..
Y el aturdido silencio mutó en infinitos sonidos, 
sonoro compás y avanzó la noche,
se acostó a lo ancho, abarcándolo todo,
y fue noche total, en alguna franja del universo.

La mariposa color de los frutos de los citrus
que mi memoria reproduce, puntillosa. Revoloteando
con gracia frente a la vidriera opaca, qué quería 
decirme, o quizá preguntarme...pero no, sólo se suspendió
por dos instantes en el aire húmedo del mediodía,
y no dijo nada, no le dije nada...me quedé mirándola.

Deseo recuperar aquel mimbre gigante con los pájaros
incluidos, con mis canciones infantiles, con todo el futuro
que no arribaba ni tan siquiera a la vuelta de ninguna esquina.

Es trágica la sensación de límite,
coto a la libertad, sinsentido de lo que otros aprueban o no.
¿Cómo es el propio medio interno?
¿De qué color es la frontera?
¿Existe?

Hay un punto de viraje, tan sutil, frágil,
imposible de detectar, fugaz...
pero allí todo cambia, lo oprobioso se transforma,
el sinsentido se trueca por milésimas de segundo,
una ancha avenida ya no es de plata, es verde,
intensa, brillante. 
Nada podrá convencer a la euforia que no se lance,
desalineada, a volar en la mismísima Vía Láctea.
Un orillo prolijo encierra reveses, secretos, evidencias.
Un grácil vuelo rojo aletea junto a las manos blancas.

Todo se ha encendido. Una vieja palmera quiso crecer
de canto, se estiró sobre el lago.
Una música extraña sobrepasa los oídos. Ritmo. Cadencia.
Alguien ríe a carcajadas. Alguien permanece en calma.
Todos los gansos volaron hacia el arbusto.
Las nubes se elevaron, montañosas, imponentes.
Una doble fila de gigantes abrió paso al transeúnte.
Viajero de lo abstracto. Huellas.

Gritos prodigiosos laten entre las ramas.
El viento se ocupa de anunciarse. Se esmera,
se escurre, danza frenética.
Una cadena desliza su fraseo irresoluto.
Sonrisas pintadas.
Las guineas anuncian su paso, se agitan,
se exponen, se juntan, se fugan...

Pandorga multicolor, anhelos de infancia.
Viajero de si, testigo silencioso,
ambición de mañanas.

Lampalagua contorsionista,
salto del pez que espía la orilla.
Se expandió el horizonte en una fogata contenciosa,
los gaviotines bailaban sobre los remolinos amarronados.
Abrió la barca un sendero en el cauce,
remo, brazos, remo.

Y así siguió la vida,
 viviendo, plenamente.***

                                                        Texto: M.A.O


XUL SOLAR. "Otros troncos". 1919 -pintor argentino-.


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