Un cielo fijo y otro móvil.
El punto inexistente que miro hasta el cansancio.
La mancha de humedad que se expande, se deshace,
la barajo como un maso y aparecen rostros, ojos ciclópeos,
escorpiones, castillos enanos, piedras ágata, un rostro
irritado con dos haces de luz, una botella blanca con una Y,
la cara de un felino, decenas de langostas, el círculo perfecto
de la luna, un perro galgo con las orejas inclinadas hacia adelante,
un moño negro de terciopelo, un desharrapado con levita,
una isla pequeña en medio de la nada, un minero con casco oblongo, nubes tormentosas, grises, mustias, un dragón sin alas, una extraña escultura, un bisonte solitario,
un pequeño caracol desorientado...
Se escurrió la tarde detrás de las frondas.
De claro, claro-oscuro, oscuro..
Y el aturdido silencio mutó en infinitos sonidos,
sonoro compás y avanzó la noche,
se acostó a lo ancho, abarcándolo todo,
y fue noche total, en alguna franja del universo.
La mariposa color de los frutos de los citrus
que mi memoria reproduce, puntillosa. Revoloteando
con gracia frente a la vidriera opaca, qué quería
decirme, o quizá preguntarme...pero no, sólo se suspendió
por dos instantes en el aire húmedo del mediodía,
y no dijo nada, no le dije nada...me quedé mirándola.
Deseo recuperar aquel mimbre gigante con los pájaros
incluidos, con mis canciones infantiles, con todo el futuro
que no arribaba ni tan siquiera a la vuelta de ninguna esquina.
Es trágica la sensación de límite,
coto a la libertad, sinsentido de lo que otros aprueban o no.
¿Cómo es el propio medio interno?
¿De qué color es la frontera?
¿Existe?
Hay un punto de viraje, tan sutil, frágil,
imposible de detectar, fugaz...
pero allí todo cambia, lo oprobioso se transforma,
el sinsentido se trueca por milésimas de segundo,
una ancha avenida ya no es de plata, es verde,
intensa, brillante.
Nada podrá convencer a la euforia que no se lance,
desalineada, a volar en la mismísima Vía Láctea.
Un orillo prolijo encierra reveses, secretos, evidencias.
Un grácil vuelo rojo aletea junto a las manos blancas.
Todo se ha encendido. Una vieja palmera quiso crecer
de canto, se estiró sobre el lago.
Una música extraña sobrepasa los oídos. Ritmo. Cadencia.
Alguien ríe a carcajadas. Alguien permanece en calma.
Todos los gansos volaron hacia el arbusto.
Las nubes se elevaron, montañosas, imponentes.
Una doble fila de gigantes abrió paso al transeúnte.
Viajero de lo abstracto. Huellas.
Gritos prodigiosos laten entre las ramas.
El viento se ocupa de anunciarse. Se esmera,
se escurre, danza frenética.
Una cadena desliza su fraseo irresoluto.
Sonrisas pintadas.
Las guineas anuncian su paso, se agitan,
se exponen, se juntan, se fugan...
Pandorga multicolor, anhelos de infancia.
Viajero de si, testigo silencioso,
ambición de mañanas.
Lampalagua contorsionista,
salto del pez que espía la orilla.
Se expandió el horizonte en una fogata contenciosa,
los gaviotines bailaban sobre los remolinos amarronados.
Abrió la barca un sendero en el cauce,
remo, brazos, remo.
Y así siguió la vida,
viviendo, plenamente.***
Texto: M.A.O
Las cosas que me gustan...
- Me agradaría saber que pertenezco a una especie que fuera capaz de respetar la vida en todas sus expresiones y convertir al Planeta en un gran hogar para todos...
viernes, 1 de junio de 2012
domingo, 20 de mayo de 2012
Humo fragante...
Los círculos en el agua, los círculos en la masa de torta
que he batido con empeño...he arrojado una hoja ocre,
no hubo círculos, sólo un rumor, casi imperceptible.
Los vidrios dejan ver un tarde gris, brumosa;
suenan canciones en la radio.
La tijera, el mantel, la aguja, el mate, mi reflejo
en la puerta caoba del aparador.
Yo la vi, era ella, ella con su rostro tan particular,
con su expresión de no asombro, su no sonrisa.
Ella ya no está, se fue primera, se fue para siempre,
al menos se fue por el tiempo que desconozco,
por toda la vida que me espera y nos espera a los demás...
esos, los que fuimos, los que vamos hoy por caminos tan disímiles,
diferentes ventanales, coches, vestuarios, ideas, amores...
y alguna vez todos estuvimos de cara al pizarrón,
soñando el futuro, armando andamios de distancias,
mirándonos, creciendo...
Y el tiempo, ese misterio, las voces, recuerdos.
Gira que gira, vertiginoso, y no alcanzan los segundos
para captar el todo. Fragmentos deshilados se caen
en el laberinto de mi mente.
Todos están allí, donde los olvidé un día.
No hay nadie ya. Todos se han marchado.
Un febril gusanito se convierte en seda.
Los rayos del sol -que no son rayos- caen en picada
desde el atardecer a la noche.
El mundo se mece en un ensueño ausente.
Por las calles frías transitan los vivos.
En una esquina roja y azul alguien otea dentro de un conteiner.
Una espiga retorcida yace debajo de un auto.
Miles de ojos rectangulares miran sin ver.
Luces de dimanche. Focos de neón.
Una canilla dejó caer su catarata translúcida,
corría el agua como desesperada.
En otro lugar alguien miró el cielo suplicando,
ni una gota, suelo reseco, plegarias en eco.
Sus ojos se quebraron de tanta espera.
Una melodía envolvió el tic-tac del reloj.
Alguien preguntó, alguien lloró, alguien se aferró al silencio.
La cámara digital, fotografías, espectros.
El estuche de los anteojos negros, el cuaderno de tapas rojas,
el diminuto monedero a cuadros.
Un lápiz de color verde, una vincha de terciopelo marrón.
Cajita de fósforos de cabecitas color obispo.
El cura del pueblo besó su anillo. El incienso quedó allí,
nunca se fue del todo, los vitraux refractaron la luz en líneas oblícuas.
Mi fe...quedó allí, entre los bancos largos de la vieja iglesia,
con el guardapolvo almidonado, cayó sobre los peldaños
de la puerta principal,
justo cuando estallaban las flores blancas y
un coro de ángeles me decía adiós.
Por las diagonales de la plaza avanzan fantasmas
de medias tres-cuarto, la bandera bicolor los aúna,
discursos eternos,chocolate en taza, plátanos dorados.
Me siento junto al tajamar mientras se aleja despacio la tarde.
Ondas pequeñitas dibujan sonrisas en el agua.
Detrás de la arboleda me esperan la mesa larga, la cocina a leña,
mi adolescencia, los augustos retratos de mis abuelos...
Silencio. Hago silencio.
Miro. Veo. Bajo la yema de mis dedos se desplazan
las letras del blanco teclado de mi computadora.
Vengo de un largo viaje.
Estoy aquí. ***
que he batido con empeño...he arrojado una hoja ocre,
no hubo círculos, sólo un rumor, casi imperceptible.
Los vidrios dejan ver un tarde gris, brumosa;
suenan canciones en la radio.
La tijera, el mantel, la aguja, el mate, mi reflejo
en la puerta caoba del aparador.
Yo la vi, era ella, ella con su rostro tan particular,
con su expresión de no asombro, su no sonrisa.
Ella ya no está, se fue primera, se fue para siempre,
al menos se fue por el tiempo que desconozco,
por toda la vida que me espera y nos espera a los demás...
esos, los que fuimos, los que vamos hoy por caminos tan disímiles,
diferentes ventanales, coches, vestuarios, ideas, amores...
y alguna vez todos estuvimos de cara al pizarrón,
soñando el futuro, armando andamios de distancias,
mirándonos, creciendo...
Y el tiempo, ese misterio, las voces, recuerdos.
Gira que gira, vertiginoso, y no alcanzan los segundos
para captar el todo. Fragmentos deshilados se caen
en el laberinto de mi mente.
Todos están allí, donde los olvidé un día.
No hay nadie ya. Todos se han marchado.
Un febril gusanito se convierte en seda.
Los rayos del sol -que no son rayos- caen en picada
desde el atardecer a la noche.
El mundo se mece en un ensueño ausente.
Por las calles frías transitan los vivos.
En una esquina roja y azul alguien otea dentro de un conteiner.
Una espiga retorcida yace debajo de un auto.
Miles de ojos rectangulares miran sin ver.
Luces de dimanche. Focos de neón.
Una canilla dejó caer su catarata translúcida,
corría el agua como desesperada.
En otro lugar alguien miró el cielo suplicando,
ni una gota, suelo reseco, plegarias en eco.
Sus ojos se quebraron de tanta espera.
Una melodía envolvió el tic-tac del reloj.
Alguien preguntó, alguien lloró, alguien se aferró al silencio.
La cámara digital, fotografías, espectros.
El estuche de los anteojos negros, el cuaderno de tapas rojas,
el diminuto monedero a cuadros.
Un lápiz de color verde, una vincha de terciopelo marrón.
Cajita de fósforos de cabecitas color obispo.
El cura del pueblo besó su anillo. El incienso quedó allí,
nunca se fue del todo, los vitraux refractaron la luz en líneas oblícuas.
Mi fe...quedó allí, entre los bancos largos de la vieja iglesia,
con el guardapolvo almidonado, cayó sobre los peldaños
de la puerta principal,
justo cuando estallaban las flores blancas y
un coro de ángeles me decía adiós.
Por las diagonales de la plaza avanzan fantasmas
de medias tres-cuarto, la bandera bicolor los aúna,
discursos eternos,chocolate en taza, plátanos dorados.
Me siento junto al tajamar mientras se aleja despacio la tarde.
Ondas pequeñitas dibujan sonrisas en el agua.
Detrás de la arboleda me esperan la mesa larga, la cocina a leña,
mi adolescencia, los augustos retratos de mis abuelos...
Silencio. Hago silencio.
Miro. Veo. Bajo la yema de mis dedos se desplazan
las letras del blanco teclado de mi computadora.
Vengo de un largo viaje.
![]() |
House between the trees. GEORGES SEURAT. TEXTO: M.A.O |
lunes, 14 de mayo de 2012
El paso.
Mis paisajes.... |
Texto y foto: mao
viernes, 11 de mayo de 2012
A contratiempo.
Arrogó para sí todos los monocordes portazos.
Se elevaba la luna como ostia sublimada y entornó
sus ojos sólo por eso: por mirarla.
Dentro de los placares infinitud de mundos y submundos.
Alguien mencionó: "quedarán las cosas"...no, sólo será la nada.
A través de las ventanillas oblongas la ciudad se dejaba ver.
Y eran los suyos ventanales que brotaban desde adentro, si,
de ese no lugar, desde dónde nunca soñó encontrarse
con la fría escarcha, los medallones de bruma, los arquetipos
de risas y de lágrimas...
Pasó despacio por allí. Nada quedaba. Solamente el recuerdo
se arrebujó junto a las briznas de alfalfa.
Una llama azul danzó para ella, fue brasa, tizón, negrura, olvido.
Tormenta de rabiosos relámpagos. Miedo sin más, sólo miedo.
Y las voces que corean un nombre, su nombre, las letras, el viento,
el agua, la furia....el olvido. Enajenamiento.
Sin detalles, así, como desde un boceto de ausencia,
como trazos finos en el aire, como soplos invisibles.
Regresa el aroma, sutil, entrañable.
Preguntas, pregunto....qué más da si ni siquiera
sentirás el arrullo de las olas, si la nada enmarca
tu silueta enlutada de giros lineales, de paralelas quebradas.
Espejos trizados.
Esquirlas de estrellas.
Caricias estáticas.
Lomadas de agua.
Así...qué esperas aún...
pasas a través del vidrio
fantasma de ti mismo,
mercader de relatos,
hacedor de testigos,
modulando tu chanson
en las estaciones,
vagabundo nocturno,
retrato sin marco,
suceso no acaecido.
Eres así, no eres más que
este bosquejo de palabras...***
texto: M.A.O
Se elevaba la luna como ostia sublimada y entornó
sus ojos sólo por eso: por mirarla.
Dentro de los placares infinitud de mundos y submundos.
Alguien mencionó: "quedarán las cosas"...no, sólo será la nada.
A través de las ventanillas oblongas la ciudad se dejaba ver.
Y eran los suyos ventanales que brotaban desde adentro, si,
de ese no lugar, desde dónde nunca soñó encontrarse
con la fría escarcha, los medallones de bruma, los arquetipos
de risas y de lágrimas...
Pasó despacio por allí. Nada quedaba. Solamente el recuerdo
se arrebujó junto a las briznas de alfalfa.
Una llama azul danzó para ella, fue brasa, tizón, negrura, olvido.
Tormenta de rabiosos relámpagos. Miedo sin más, sólo miedo.
Y las voces que corean un nombre, su nombre, las letras, el viento,
el agua, la furia....el olvido. Enajenamiento.
Sin detalles, así, como desde un boceto de ausencia,
como trazos finos en el aire, como soplos invisibles.
Regresa el aroma, sutil, entrañable.
Preguntas, pregunto....qué más da si ni siquiera
sentirás el arrullo de las olas, si la nada enmarca
tu silueta enlutada de giros lineales, de paralelas quebradas.
Espejos trizados.
Esquirlas de estrellas.
Caricias estáticas.
Lomadas de agua.
Así...qué esperas aún...
pasas a través del vidrio
fantasma de ti mismo,
mercader de relatos,
hacedor de testigos,
modulando tu chanson
en las estaciones,
vagabundo nocturno,
retrato sin marco,
suceso no acaecido.
Eres así, no eres más que
este bosquejo de palabras...***
texto: M.A.O
![]() |
RAQUEL FORNER. "Nocturno". 1.953, Óleo sobre tela. |
sábado, 28 de abril de 2012
A la vera de sus lágrimas...
...Acerca del desencanto, así planeaba su pensamiento;
y alguna vez se pensó eterna, indivisa, poderosa,
hubo instantes libres de amenaza, exentos de la crueldad
y el deterioro...
Sentada en aquel sillón, que de golpe era tan grande, sobraba por todos lados, a ella, que supo de expansiones varias, dinamismo, libertad de acción.
Un día se filtró el dolor, lo hizo subrepticiamente, dejó helados
a la planificación, proyecto de vida, voluntad resplandeciente.
Idas, venidas, consultas, esperanza, desconsuelo.
La calle, esa extraña, esa musa inesperada, la asombrosa.
Alguna vez le dijo que no podría, que no, que no...sin embargo
a las palabras las tragó el destiempo, cayeron, se deshicieron, pereció el discurso al envés de la vereda.
La ventanilla era la gran pantalla, allí surgían imágenes, y más...y más...de filo la luz, de canto las sombras. Le pareció que un coro de pájaros la alentaba desde la cornisa.
Y el abismo no era tal, era profundo, giraba, un caleidoscopio.
Traspasó la pared, la pared era blanca, luego azul, por último incolora.
Qué fue, qué....se preguntó sin prisa, ahora que navegaba en una barca pequeña, bamboleante, acomodándose al oleaje.
Los concertistas del agua tocaban sólo violines. No le sorprendió.
Debió pasar. Los remos eran lianas. Las lianas, cordeles.
Los cordeles eran hilos....de rojo bordeau. Sus venas.
Por la ventana, desdibujada, aparecieron lunas, muchas lunas.
Era un brazo quebrado la rama. El follaje era un abrazo.
Refugio, puerto, bahía, iceberg.
Todo fue vorágine entonces, como caída de meteoros, como latigazo.
Hay un antes e infinitos después. También los antes se multiplican.
Nada es como quiso. Todo es nada. Vacío. Incontrolable filo al ras del tiempo.
Hubo un esbozo, un bosquejo. Quejidos. Llantos.
Preguntas. Preguntas. ¿Y por qué tendrían que existir todas las respuestas? Algo es irreconciliable, como el rostro y el espejo.
Olas de plata y espuma. Pez que evita la carnada, tan obvia.
Un infinito chal de estrellas abriga la soledad del firmamento, que tiene frío, que tirita, como ella en la vieja hamaca que oscila en medio de la galería despoblada de veranos, habitada de recuerdos.
Que duele, se dijo. Y montañas de hojas sepultaron su voz.
Tras del crujido final nació el presente, se alborotó la luz.
Sobre la mesa comida humeante.
Chisporroteaban fuego los leños.
Sintió sus huesos, eran los mismos y eran otros.
Los perros ladraron a viva voz. Cayó de bruces. Calló su voz.
Se marchó.***
y alguna vez se pensó eterna, indivisa, poderosa,
hubo instantes libres de amenaza, exentos de la crueldad
y el deterioro...
Sentada en aquel sillón, que de golpe era tan grande, sobraba por todos lados, a ella, que supo de expansiones varias, dinamismo, libertad de acción.
Un día se filtró el dolor, lo hizo subrepticiamente, dejó helados
a la planificación, proyecto de vida, voluntad resplandeciente.
Idas, venidas, consultas, esperanza, desconsuelo.
La calle, esa extraña, esa musa inesperada, la asombrosa.
Alguna vez le dijo que no podría, que no, que no...sin embargo
a las palabras las tragó el destiempo, cayeron, se deshicieron, pereció el discurso al envés de la vereda.
La ventanilla era la gran pantalla, allí surgían imágenes, y más...y más...de filo la luz, de canto las sombras. Le pareció que un coro de pájaros la alentaba desde la cornisa.
Y el abismo no era tal, era profundo, giraba, un caleidoscopio.
Traspasó la pared, la pared era blanca, luego azul, por último incolora.
Qué fue, qué....se preguntó sin prisa, ahora que navegaba en una barca pequeña, bamboleante, acomodándose al oleaje.
Los concertistas del agua tocaban sólo violines. No le sorprendió.
Debió pasar. Los remos eran lianas. Las lianas, cordeles.
Los cordeles eran hilos....de rojo bordeau. Sus venas.
Por la ventana, desdibujada, aparecieron lunas, muchas lunas.
Era un brazo quebrado la rama. El follaje era un abrazo.
Refugio, puerto, bahía, iceberg.
Todo fue vorágine entonces, como caída de meteoros, como latigazo.
Hay un antes e infinitos después. También los antes se multiplican.
Nada es como quiso. Todo es nada. Vacío. Incontrolable filo al ras del tiempo.
Hubo un esbozo, un bosquejo. Quejidos. Llantos.
Preguntas. Preguntas. ¿Y por qué tendrían que existir todas las respuestas? Algo es irreconciliable, como el rostro y el espejo.
Olas de plata y espuma. Pez que evita la carnada, tan obvia.
Un infinito chal de estrellas abriga la soledad del firmamento, que tiene frío, que tirita, como ella en la vieja hamaca que oscila en medio de la galería despoblada de veranos, habitada de recuerdos.
Que duele, se dijo. Y montañas de hojas sepultaron su voz.
Tras del crujido final nació el presente, se alborotó la luz.
Sobre la mesa comida humeante.
Chisporroteaban fuego los leños.
Sintió sus huesos, eran los mismos y eran otros.
Los perros ladraron a viva voz. Cayó de bruces. Calló su voz.
Se marchó.***
![]() |
OSWALDO GUAYASAMÍN. "EL DOLOR" Pintor ecuatoriano. |
domingo, 15 de abril de 2012
Perlas ambarinas. Ocre...
Tapiz, pastizales,rosa, blanco
y abreviaba la luna su paso por mi cielo...
Alguien pasaba, otros no lo hicieron,
algunos pisaron antes el suelo que ahora
mi huella marca.
El roce, el suspiro, la mirada que busca,
el sesgo que aventura,
pasajeras, las nubes no buscan, ni encuentran.
Era la brisa, esa viajera, y yo creí
que su caricia era sólo mía, sólo por creerlo,
no por apropiarme, no por poseerla.
Trinos. Gritos. Campanadas de un son
en las mañanas de domingo.
Y era la incertidumbre horadándolo todo.
Gris más gris. Herrumbre.
En los costados del camino derramábanse
las gráciles danzarinas de los altos y espigados álamos.
Camiones veloces.
Automóviles veloces.
Veloces motonetas.
Y detuvo el dolor todos los instantes.
Sólo se manifestó, así, plenamente.
Y desaparecieron de repente los pájaros del cielo.
Sin gritos.
Sin preguntas.
Sólo y tan sólo eso: dolor.
Un universo en sí mismo.
Un por qué sin respuesta.
Lacerante y certero.
Inesperado.-
![]() |
JUAN LOBILLO CORBACHO. Mirando el campanario. Texto: M.A.O |
domingo, 1 de abril de 2012
Postales...
Ellas estaban allí, desde mucho antes, no se cuánto....pero estaban ahí cuando mi mirada se posó en sus luminosos destellos...a veces pienso que todo está ahí...luego lo descubro, como por sorpresa..
Hay desamparos dolorosos, creo que todos lo son, algunos más que otros y dependiendo de quién evalúe la situación. Era mediodía, en la ancha avenida el tráfico de camiones no tenía pausa, mezclados, zizagueantes, iban motos y otros vehículos. Cruzar de un lado al otro insumía un tiempo de meditación previa, observación atenta y velocidad de reacción. Claro que, sin duda, todo eso le estaba vedado. ¿Acaso se puede ser ágil con una mano averiada? Si, yo podría haberlo sido pero él no, sus manos eran también puntos de apoyo.
A pesar de todo cruzó con empeño, un motociclista le cedió el paso, los lomos de burro contribuyeron. La otra orilla, lejana y futurista fue por fin refugio seguro...o no tanto tal vez, pero al menos transitorio enclave para el descanso.
Siempre albergo la ilusión de que tengan un sitio, un lugar de llegada, un hogar...y me quedo mirando, atisbando puertas, rejas que pueden abrirse, voces llamando...pero nada, nada de eso sucede...
Oídos atentos, expresión de súplica resignada y luego echarse allí, donde quepa el cuerpo, donde dan las fuerzas, en un remanso donde la indiferencia se hace cómplice obligada, mientras nadie lo ve descansa...Y pasan, vuelven a pasar, inútilmente espero que alguien más lo vea, un registro, un gesto....nada...
En la estación de servicio la cola de autos y camiones ha aumentado. El colectivo urbano se demora tanto, pero tanto, que sopeso la idea de marcharme caminando. Mientras tanto te observo. Ha venido alguien, alguien ha salido, nadie te ha mirado...con esfuerzo cambiaste de lugar, te echaste como bolso desinflado...creo que más te dolió la indiferencia, como a mi.
Sobre los techos de las casas con rejas negras y paredes pintadas de verde y salmón las copas frondosas se elevan, amarilleando.
Unos y otros se cruzaron, sin verse. A todos los vi, nadie supo que estabas allí. Quizá fuera mejor, te hubieran arrojado con cajas destempladas. Pero era tu futuro lo preocupante..en aquel sitio, tantos peligros, acechanzas..qué hacer, hay veces en que es casi nulo el espectro de acciones posibles. Sólo pensé que contactaría con alguien que conozco y vive cerca -solución indeterminada-.
![]() |
Can 3. Sebastián Chillemi. Técnica mixta. |
El rojo colectivo asomó en la curva. Subí. Volví la cabeza y miré por la ventanilla, ya no pude verte más. Me pregunto qué habrá sido de vos en esa vereda, ese mediodía de otoño, con ese cielo tan celeste acunando tu infinita soledad...***
Texto: M.A.O
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